Susana Palmero lleva jugando a fútbol desde los cuatro años. Las calles del zaragozano barrio de Valdefierro le han visto crecer y dar sus primeras patadas a un balón, cuando su hermano Kiko le cogía de la mano para salir a jugar. Desde entonces, ha pasado por incontables equipos, tanto en fútbol 11 como en fútbol sala. Figura reconocible del fútbol femenino aragonés, incansable, batalladora y con un carácter forjado con el paso de los años. Ha jugado en la élite, pero es capaz de regresar a la base manteniendo la misma ilusión que el primer día.
Has jugado en la élite del fútbol femenino español, ¿cómo fueron esos años?
Conseguimos que un grupo de amigas hiciera algo grande en Aragón, subir un equipo a Superliga. Recuerdo como si fuera ayer el gol que metí en la fase de ascenso. Luego en la máxima categoría jugué dos años. En el primero, pagamos la novatada y nos salvamos gracias a un descenso administrativo. En el segundo, pese a que tuvimos muchas lesiones, conseguimos mantener al equipo. La siguiente temporada tuve que dejar el fútbol para dedicarme a la vida laboral.
¿Qué aspectos positivos guardas de ese momento?
Fue una gran experiencia que te hace crecer en todos los aspectos de la vida. A nivel futbolístico, me hicieron crecer aún más y, a nivel personal, me quedo con todas las amistades que todavía sigo manteniendo a día de hoy: Conchita, Sira, Laurita…
¿Sentiste que dejar el equipo suponía un paso atrás en tu carrera?
Dejé el fútbol de élite por poner un bar con mi hermana… y me arrepentí de la decisión que tomé más tarde. Podía haber seguido jugando. Me di cuenta de que trabajar por tener más dinero no lo era todo. Ya tenía otro trabajo y a mi realmente lo que me llenaba era jugar a fútbol.
Supongo que por eso sigues jugando, ¿mantienes la ilusión intacta?
Nunca he perdido la ilusión de jugar al fútbol. Este año, por ejemplo, jugar con gente más joven me está dando vida. También volver a jugar con Conchita, Pilar, Mónica, Lorena, Almudena… que somos la veja retaguardia. Y, por supuesto, tener cerca a mis amigas del equipo “B”, que las necesito a mi lado. Tengo la ilusión del primer día que empecé a jugar. Si me respetan las lesiones tengo cuerda para rato.
¿Qué es eso de la vieja retaguardia?
Yo soy de poner motes (se ríe). Digo que somos la vieja retaguardia porque tenemos otra mentalidad. Ese coraje, casta y carácter que se ha forjado porque nos ha costado mucho luchar por el fútbol femenino y que quizá hoy las más jóvenes lo están perdiendo. Somos de otra generación, aportamos la picardía, la veteranía, y las jóvenes nos hacen volver a nuestra segunda juventud. En ese grupo estaríamos las que ya he nombrado: Conchita, Lorena, Almudena, Laura, Mónica, Pilar y yo.
Ya que mencionas otra generación, el fútbol femenino está evolucionando favorablemente en España.
Me alegra mucho que haya más apoyos en el fútbol femenino y eso suponga más oportunidades para las nuevas generaciones. La evolución es favorable, hay más ayudas, más medios de comunicación que lo cubren, más chicas que juegan… El fútbol femenino y, en general, todos los deportes femeninos tienen que seguir creciendo. Siempre tenemos que luchar más que los hombres, ser más guerreras y luchadoras. Hasta que no conseguimos un objetivo no paramos, al menos en mi caso.
Actualmente sigues compaginando fútbol 11 y fútbol sala, ¿te llegan las fuerzas?
He tenido suerte con las lesiones. Además, no fumar, cuidarme –aunque me encanta comer (se ríe)- y mi carácter hacen que siga jugando. Siempre he dicho que el fútbol es mi pareja, el que me ha dado alegrías y algún que otro disgusto.
Y este año llegas al Fútbol Femenino Zaragoza, un proyecto nacido de cero…
Me llamó David Magaña y me habló del proyecto. Le dije que contara conmigo. Aunque he tenido mis más y mis menos con él, quiero que vuelva a recuperar la ilusión y disfrute del fútbol. Lo que sucediera en el pasado, pasado está.
Y así empieza un equipo que combina experiencia y juventud, ¿cómo fueron los inicios?
Empezamos la liga sin apenas entrenar, pero con un ambiente muy agradable y mucha ilusión. Yo no conocía a casi nadie, pero hay compañeras que han sido para mí un grato descubrimiento. Para ser el primer año y un equipo que mezcla juventud y veteranía, nos hemos acoplado bien. Ganar al Stadium Casablanca fue un estado de euforia, pero creo que a la postre nos pasó factura.
¿Por qué os pasó factura?
Creo que el hecho de ganar al líder invicto hizo que nos relajáramos. Fuimos a Ejea y nos dieron un baño. Eso nos debilitó y nos pasó factura contra el Fleta y el Zaragoza. Fueron derrotas duras para nosotras. Tuvimos que hacer terapia de equipo, animarnos y aprender de los errores. Aquí aportamos todas, desde la más pequeña hasta la más mayor. Somos una piña y nos inculcamos valores las unas a las otras. Empezó la segunda vuelta y aún no conocemos la derrota, nos vino bien el parón de navidades para desconectar un poco.
Este fin de semana se cierra el círculo con el partido contra Casablanca, ¿cómo llega el equipo ahora?
Hemos vuelto a coger confianza en nosotras mismas, sabemos que tenemos que luchar más que nunca cada partido y, sobretodo, tenemos ilusión, que eso es fundamental para jugar a fútbol. Es imprescindible ser un equipo y apoyarnos. Luchar, carácter e ilusión, eso es lo que vamos a sacar en todos los partidos para intentar conseguir estar en los playoff. Nos queda un calendario difícil, pero dependemos de nosotras mismas y un solo pinchazo del Peñas.
Parece que tienes claro el objetivo, ¿lo ves factible?
Para ser un equipo creado este año y con diferencia de edades, estamos siendo el equipo revelación del grupo. Cuando David Magaña confeccionó este proyecto de exjugadoras de Superliga, ya veteranas, con gente joven, nadie apostaba por el equipo. Tuve que oír algún comentario que otro. Yo veo al equipo capacitado si estamos más unidas que nunca. Y a mí nadie me va a quitar la ilusión de intentar conseguir el playoff.
Se entiende por qué Susana Palmero es la capitana de este equipo. ¿De quién fue la decisión?
Se hizo por votación a través de WhatsApp, somos así de originales (se ríe). Yo me quedé asombrada la verdad, porque no conocía más que a cinco o seis jugadoras. Que me nombraran capitana no me lo esperaba la verdad. Acepté porque si no lo hacía me parecía una falta de respeto para las que me habían votado y confiado en mí.
¿Qué tiene que tener una buena capitana?
Para ser buen capitán hay que empatizar con tus compañeras y respetarlas. Tengo mucho carácter y un pronto muy malo, en algún partido les he echado la bronca, pero en frío siempre pido perdón. Soy una persona muy cercana, puedo hablar de cualquier tema con ellas, hago bromas, me las devuelven, nos vacilamos, pongo motes… La verdad es que estoy muy contenta con todas ellas. En algún partido he tenido que hablar con jugadoras o padres, porque ha habido demasiada tensión y hay que suavizar las cosas, me gusta llevarme bien con la gente y que no haya mal ambiente.
Eso me recuerda a la famosa frase de Valdano: “El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”.
Yo siempre he dicho que voy a ganar, pero sin pisar a nadie. Voy a comerme el mundo, pero sin pisar a nadie. El fútbol es algo que me apasiona, me da vida, pero no hay que olvidar que no es solo ganar, sino las amistades que deja, los valores que inculca… Hay que quedarse con lo positivo que te regala el fútbol, lo negativo resta energía.
Para terminar, ¿te gustaría mandar un mensaje al vestuario?
Que no perdamos la ilusión porque luchando y confiando en nosotras mismas llegarán las cosas. Carpe Diem. Pase lo que pase voy a estar muy orgullosa de este equipo, de haberlas conocido y jugar con ellas.